A mí me habría gustado llamarme Tao Lin. Me da la sensación de que lo habría tenido más fácil en el mundo de la literatura, mejor acceso a las editoriales, más entrevistas en los periódicos, incluso mis libros serían mejores. Estuvo Tao Lin hace poco en España promocionando su nuevo libro Taipéi publicado por la ínclita Alpha Decay. Lo saco a pasear el primero porque entre otras cosas estuvo explicando lo que era la Alt Lit en la Casa Encendida. Yo no estuve pero me chivan que tampoco estuvo muy locuaz. Siendo Alt Lit un movimiento de escritores jóvenes (y no tanto) que más que incluir las nuevas tecnologías en su literatura se valen de ellas para comunicarse, promocionarse, encontrarse y crear. En fin, que esto de la Alt Lit en realidad es un poco para nada —lo dice él, no lo digo yo—, pero que estuvo por aquí y está en la antología VOMIT y probablemente sea uno de los mejores de toda la antología. Por cierto, que con Tao Lin va a pasar como con el Krausismo, que pegó más fuerte aquí que en su país de origen.
VOMIT roba su hermoso nombre a la web New Wave Vomit creada por Ana Carrete (también en la antología), cajón de sastre para la literatura (en el sentido más amplio de lo palabra) que aquí nos convoca. El caso es que voy a intentar hacer un desetiquetar etiquetando. Atentos, académicos, que voy a dar las claves, si me robáis para artículos por lo menos citadme. Leyendo los poemas de estos jóvenes y bellos americanos a mí me da que nos encontramos en la tangente entre el Posmodernismo y la Nueva Sinceridad. Ole ahí, titiritirirititi. Me explico; aquí se juntan dos elementos:
1. El gusto por la temática cibernética, claramente posmoderna, y de sus mecanismos; poner sobre la mesa elementos dispares conectados de forma sorprendente, gusto por la iconografía pop, KFC al lado de Confucio, etc., etc., ya tú sabeh. Por ejemplo, este poema de Noah Cicero (traducción de Sergio Espinosa).
NECESITO MEDICACIÓN
Quiero mudarme al bosque
y criar vacas y pollos,
pero en cambio me iré
al McDonald’s
y me compraré una hamburguesa de pollo
y una hamburguesa de queso,
las pondré juntas en un bol,
las aplastaré hasta que se mezclen
y luego me las comeré.
2. El estilo despojado sin casi metáforas, ni adjetivación, sin embellecimientos, toca con la Nueva Sinceridad. No usar puntación, la apuesta por lo conversacional, un yo no enmascarado (o aparentemente no enmascarado) ultrasincero (a veces demasiado), la autobiografía. Por ejemplo, este poema de Kendra Grant Malone (traducción de Emily Roberts).
Vámonos a la cama, sólo una vez a la semana,
te abrazaré muy fuerte, lo prometobueno,
está claro
que he conseguido
lo que me proponía:
estás
totalmente arruinado
no te diré que
lo siento
y no voy a marcharme,
a pesar de que yo
solamente esté aquí
cuando quiero
La cosa, la verdad, leída así de sopetón, se hace bastante monótona e insustancial. Un tono muy parecido contando anécdotas vitales, casi siempre sexuales, casi siempre con antidepresivos, casi siempre con amigos o amantes, casi siempre con títulos muy largos, casi siempre con cadenas de comida rápida, casi siempre con gatos. O versitos muy cortos o versículos muy largos, casi prosa poética. Lo bueno de la monotonía es que es más fácil cazar las chispas, los brillos, las luces. Aquí van los tres que más me han gustado.
Tao Lin. Fíjate que yo siempre había denostado a este señor (sin haberlo leído, por supuesto, como buen español) y de pronto leo sus poemitas, y hay que joderse, lo que hace la ignorancia. Ese ser tan plano tan plano que acabas cogiendo profundidad, de ser tan sincero que aparece la ironía, sazonado con cierto existencialismo.
el primer uso de la palabra «sarcástico» en una novela que yo conozca es en «buenos días, medianoche» de jean rhys, publicada en 1939
cuando la gente me ve hacer cosas normales en público
como subirme la cremallera de la sudadera o alcanzar una taza
me siento como un caballo o una vaca en el campo intentando
«aparentar indiferencia»
mientras la gente pasa a mi lado en furgoneta, observándome
de los asientos de atrás(traducción de Julio Fuertes)
Megan Boyle. Probablemente es la mejor poeta de toda la antología. Me gusta como acaba los poemas, saltando a una verdad más allá, no quedándose en la simple descripción de acciones (ya sé, me diréis, siempre hay un más allá, pero Megan Boyle tiende bien los puentes).
Algún día
quiero ser dueña pero no gestora de un almacén que guarde
todas las piscinas de delfines y colillas de cigarrillos del mundo
quiero tener contacto visual con un desconocido y decirle, «joder»
para que intuyan
que han hecho algo muy vergonzoso
quiero que mis piernas tengan mil metros de largo
y quiero caminar por encima de las cosas diciendo «uy»
con mucho sarcasmo
quiero interrumpir un truco de magia reventando
la pared con una motocicleta
quiero derramar 75 dólares en monedas de diez centavos
sobre el suelo de linóleo y ver a alguien de cerca, recogiéndolas
quiero rellenar una piñata con langostas mentalmente enfermas
y colgarla de una valla entre un instituto y un estanque
quiero colocar lápices de colores en una línea recta
de un kilómetro de longitud, así podré pasar por ella cuando quiera
quiero sacar largas cuerdas granates de mi cerebro
y colocarlas junto a un cuenco de doritos en una fiesta(traducción de Ainhoa Rebolledo)
(sí, es un poema muy Miguel Noguera, espero que se hayan fijado, por eso nos gusta también).
And, last but not least, Ana Carrete. No sé realmente cómo lo hace, pero sus poemas suenan más sinceros que los del resto, y eso que todos se empeñan en la sinceridad. Hay una verdad inquietante en colocar pequeñas frases coloquiales que atrapan en cada poema.
Abuela 101
y si rezamos con mi abuela repito palabras
y veo en la tele chicos jóvenes
y guapos que pelean y sudan
y yo la beso dos o tres
veces y ella me pregunta
qué he cenado y yo le digo que me tengo que ir que adiós
y ella me agarra la mano y me pregunta
qué he cenado y se lo digo y ella me pregunta
lo mismo otra vez
y yo soy una cosita que gira
sobre un anillo de plástico
(traducción de ella misma, su mismidad)
El resto es parecido y peor. Quizá una de las claves sea que es demasiado sincero, todo es demasiado sincero; de tan sincero, acaba sonando bastante falso todo, como si la antología hubiese sido escrita entera por una gran voz impostada. No lo digo a malas, vivimos en una sociedad del espectáculo donde la verdad, la honestidad, la belleza en lo feo cotidiano, luchan por surgir, hacerse ver. A mí me parece importante intentar escribir desde el hoy, dado el problemón que tenemos con los poetas españoles que escriben como si viviesen en el XIX. A mí me parece que esta es una forma, o quizá un intento, o, mejor, un empeño, en escribir desde el hoy, y por eso me interesa (sea o no un empeño fracasado). Valoro el curro de Luna Miguel, supongo que ella se entretiene, que le gusta, pero es un coñazo ponerse a rastrear a toda esta gente, de fuera y de aquí, por los senderos (que se bifurcan) de la web. Haciendo lo que hace, crea un espacio para que se oigan otras voces, amplía el espectro, y eso, mola.
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