La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta ley es aplicable a las secciones de los diarios generalistas o los informativos de televisión. Secciones que surgen de principio ignotos, de forma misteriosa, como de un Big Bang de Teletienda, y se van transmutando en otra forma de vida conforme se descomponen. Sin este gobierno de las reglas de la física sobre el funcionamiento de los periódicos no se entiende que una sección habitual dedicada al desmoronamiento y excesos de Amy Winehouse evolucione hacia la centrada en el constante descubrimiento de fotos inéditas de Marilyn Monroe. Y como fase intermedia el Gran Acelerador de Hadrones y la búsqueda del Bosón de Higgs. La prensa española, tan reacia a la divulgación científica con un mínimo de calidad y rigor, se abandona de pronto a las inexorables normas de la naturaleza e, impelidas por ellas, se dedica a publicar páginas y páginas de un asunto de tal complejidad que el propio padre del bosón, Peter Higgs, considera imposible de explicar a alguien que no tenga una sólida formación científica. Se trata sencillamente de las fuerzas desconocidas que operan en el mundo del periodismo, todavía insondables, siempre enigmáticas. Pero gracias a ellas un asunto tan impropio para el gran público consigue llegar a las portadas y suscitar un enorme interés general.
De esta manera, la palabra Odisea de Odisea en el Zeptoespacio se puede tomar no sólo como referencia a la conocida película de Stanley Kubrick sino como manifestación de la difícil empresa a la que se encomienda su autor, Gian Francesco Giudice. Su complicada misión es explicar en 300 páginas y para cualquier lector cómo operan las fuerzas de la naturaleza, cómo funciona el Gran Colisionador de Hadrones y cuáles son las últimas teorías que se manejan en el mundo de la física. Giudice, científico en el CERN, es consciente de las dificultades que entraña el hacer accesibles semejantes conocimientos, por lo que organiza el libro en tres partes diferenciadas que van complementándose.
En la primera introduce al lector en el viaje científico que va indagando y descubriendo partículas y fuerzas a nivel atómico, partiendo casi desde las enseñanzas habituales del colegio sobre protones, neutrones y electrones para ir incrementando la dificultad con la exposición de las características de muchas otras partículas y las mencionadas fuerzas que operan entre ellas. La segunda parte se centra en cuáles fueron los predecesores del Gran Hacelerador de Hadrones, cómo se contruye este y cómo funcionan sus elementos. Al lector le parecerá asistir aquí a cómo se van ensamblando las piezas de esta asombrosa máquina que parece remitir a los clásicos de ciencia-ficción. Por último, en la tercera parte se van exponiendo las últimas teorías dentro del mundo de la física de partículas.
Para conseguir su propósito, el autor recurre a numerosos recursos que hagan posible si no la comprensión, al menos el acercamiento del lector a un mundo tan arduo. Anécdotas, humor y, sobre todo, constantes comparaciones y ejemplos muy llanos y accesibles consiguen que se aclare en gran medida lo que en principio parece imposible de desentrañar en tan poco espacio. Eso sí, es un libro que requiere de la predisposición de ese lector. Gian Francesco Giudice tiende la mano para guiarlo pero hay que estar dispuesto a cogérsela y emprender un camino que requiere de interés y receptividad.
Paradójicamente, la propia física de partículas que parece plantar primero un muro infranqueable es la ciencia que luego impulsa al lector sobre ese muro, pues los conceptos y teorías que se manejan necesitan, incluso para las máximas autoridades en la materia, de la constante –y desbordante- imaginación. De esta manera, la aridez de esta disciplina queda compensada por la fantasía que obligatoriamente tiene que manejar, pues de otra forma no se puede acceder a, por ejemplo, teorías que indican que la fuerza de la gravedad es la manifestación de una dimensión imperceptible o a todo lo relacionado con conceptos como supersimetría, naturalidad o materia oscura. Se conoce a este rasgo en el mundo de la divulgación científica con la expresión técnica de «lo comío por lo servío».
Otro de los puntos fuertes de Odisea en el Zeptoespacio, y precisamente condición indispensable en todo buen libro de divulgación que se precie, es que genera curiosidad en el lector. Tanto las personas que sean habituales del género como las que se acerquen en ocasiones terminarán con ganas de saber más y de acercarse a otros aspectos de la física de partículas, que parece además el último reducto de la buena poesía, ahora que los poetas sólo hablan de ocurrencias y de la propia poesía. Esta ciencia mantiene sin duda un nivel de metáforas y de invención de nombres que pasa sobradamente la prueba de Garcilaso de la Vega, por lo que no descartamos que nuevas teorías vengan directamente expuestas por los científicos mediante sonetos. Con o sin estrambote, estrambotes venidos de dimensiones ocultas a la velocidad de la luz.