- Tampoco está tan mal, debería estar agradecida por tener clítoris al menos.
- Para usted es fácil decirlo, ¿cómo se sentiría usted si tuviera los huevos en las orejas?
- Vaya, ¡entonces podría oír cómo me corro!
Quizá este diálogo de la película porno Garganta Profunda sea lo mejor que puede aportar hoy día esa obra, convertida por el paso del tiempo en algo parecido a una comedia involuntaria. En su día sin embargo fue un fenómeno de masas donde cientos de personas rodeaban la manzana en los cines de New York en los que se exhibía. Fue el primer hito de este tipo en su género y lanzó a su primera estrella, Linda Lovelace. Por cierto, Lovelace estaba convencida de que el éxito de la película se debía a que precisamente era… una comedia. Se adelantó a su tiempo con una asombrosa capacidad visionaria que en su momento fue calificada por sus propios compañeros como imbecilidad.
De las primeras películas picantes al pene seccionado de John Bobbit, El Otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del porno realiza un recorrido desde el nacimiento de este tipo de cine de forma industrial tal y como lo conocemos hoy, de los años 60 a principios de los 90, centrándose en el caso de los Estados Unidos (el incipiente mundo porno se desarrollaba a la vez y con distintas características en Francia, Italia, Alemania, Dinamarca y Suecia). En dicho recorrido vemos cómo se gestan películas fundacionales como Garganta Profunda, Detrás de la Puerta Verde o El Diablo y la Señorita Jones y llegamos al vídeo robado de Pamela Anderson, sabemos sobre la vida de los actores y actrices, sobre los caminos que los condujeron a la pornografía, su relación con las drogas, las conexiones con la mafia, las investigaciones del FBI, y otro sinfín de aspectos que dan forma a un libro que produce asombro por la forma en la que está confeccionado y por resultar increíblemente divertido.
Si antes se decía como cierto halago que de una novela se podría hacer una buena película —aunque era un halago envenenado, ya que hacía mención a las características visuales de dicha novela—, aquí se puede decir que se podría hacer una colosal serie de la HBO, y en este caso sin veneno, ya que no nos referimos a las características visuales de El Otro Hollywood, sino a su complejidad y las posibilidades casi infinitas que tiene este monumental trabajo periodístico.
Y es que se trata de un libro de entrevistas donde sus autores colocan las declaraciones de los personajes una detrás de otra, creando una obra coral donde parecen participar en un debate, pues unas intervenciones matizan, acentúan o contrarrestan a las anteriores. El efecto sería semejante al de una demencial tertulia de cientos de personajes hablando durante días y moderados de una forma perfecta, donde jamás se interrumpiesen y siempre fuesen aportando información de valor, anécdotas descacharrantes y desvaríos personales tan sólo interrumpidos por la aparición ocasional de algún recorte de prensa.
El aspecto más interesante del libro está centrado en la manera en la que se combinan tantísimas voces: se habla de un mismo suceso desde puntos de vista muy distintos, lo que, al margen de la pornografía, produce una interesante reflexión sobre la verdad, la mentira y la realidad. En ocasiones un asunto llega a producir descripciones y reflexiones tan dispares que parece imposible que se estén refiriendo a lo mismo. A todo esto hay que unir el hecho de que el mundo porno constituye un planeta aparte, absolutamente pintoresco, incluso los hechos más dramáticos y exagerados no pueden desprenderse de una inevitable comicidad por el contexto en que se dan. Aquí se puede recurrir al tópico: la realidad supera a la ficción. Y de qué manera.
El Otro Hollywood, además, puede que haga las delicias de los biólogos evolucionistas al reflejar la forma en que actúan hombres y mujeres en situaciones semejantes. Todos, indistintamente, mienten como bellacos y tratan de autoengañarse. Pero ellos se decantan por el alardeo inmisericorde en todas sus manifestaciones (con su mera e imponente presencia llegan a hacer que las mujeres se orinen en un centro comercial), mientras ellas se dirigen a la construcción de una inocencia vulnerada, incluso en el caso de que hayan tenido un acercamiento más cariñoso de lo esperado a un perro. En este caso, el testimonio de Patrice Trudeau, presentada sencillamente como «folladora» vale su peso en oro, ya que para preservar cierta ingenuidad artificial no duda en hacer esta más que loca y maravillosa reflexión donde diferencia a las putas auténticas de las que no son mas que guarras. Y todo en la siguiente situación. Hay una apuesta y un actor porno, Larry Levenson, afirma poder correrse 15 veces en 24 horas. Le facilitan varias chicas para que le estimulen, una de ellas es Patrice:
Podría enseñarle a cualquier mujer cómo ser una gran puta. Yo soy una puta nata. No una guarra, ¿vale? Las otras chicas son unas guarras. Se abren de piernas porque Larry es el Rey de la Noche y serían capaces de follarse una polla con patas, siempre y cuando tenga dinero y un nombre.
Esta noche voy a conseguir que Larry se corra siete u ocho veces conmigo y soy la única a la que le van a pagar por ello. Una puta lo hace por dinero, por poder. Una guarra lo hace gratis. ¡Así que no te atrevas a decir que soy una guarra!
Mi hermano de dieciséis años me enseñó a chupársela cuando tenía cuatro años. Me enseñó a hacer mamadas practicando con él. Y mi madre era una prostituta francesa. Así que lo llevo en la sangre.
Esto conecta con otro aspecto que hemos comentado. Todo se produce en un ambiente tan próximo a lo lunático que no puedes evitar reír a pesar de la mención a un abuso infantil. Pero a la vez… ¿es verdad lo del abuso o que su madre era prostituta francesa? Este libro plantea continuamente dudas sobre la veracidad de lo que dicen sus protagonistas, de forma que sólo atendiendo a todos los participantes se pueden ir esclareciendo los hechos y quitando el grano de la paja gracias a los contrapuntos. Quizá suene algo ampuloso, pero El Otro Hollywood refleja el género humano perfectamente y de forma descarnada. Curiosamente esto se ve perfectamente en el capítulo que en principio debería ser más cómico, el dedicado de forma monográfica a la enorme polla de John Holmes.
Actores que intentan aportar su arte en representaciones de Shakespeare a las escenas de diálogo de una película porno, agentes de la ley infiltrados y pillados a primeras de cambio que se ven literalmente cavando su propia tumba con una pala y terminan enloqueciendo, distribuidores cinematográficos que acaban siendo pasto de los peces por deudas con la mafia, asesinatos entre hermanos, amores insólitos, chulos de todo tipo y condición, delincuentes juveniles, un catálogo de autodestrucciones… Este ensayo termina transformado en una especie de colosal novela sobre cine donde el morbo y el atractivo de estar centrado en las películas pornográficas termina siendo secundario ante la alucinante avalancha que crean una serie de vidas reales enfrascadas en lo que un traductor español de títulos terminaría llamando «Desmádrate como puedas». Y se quedaría bastante corto.
Aunque el sexo está narrado de forma explícita, El Otro Hollywood no es exactamente un libro para leer con una mano, sino para hacerlo con la boca abierta y seguramente la mandíbula descolgada hasta el suelo, como un dibujo animado.
[…] El Otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del porno.«Y de qué manera» […]
Sí “no puedes evitar reír a pesar de la mención a un abuso infantil” es que no mereces que se te preste mucha atención a lo que dices, piensas, escribes o haces