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El Bubba de Forrest Gump enumerando sin descanso las distintas formas de cocinar gambas necesitaría la ayuda de toda la familia Bubba si quisiera acercarse mínimamente a la sección más saturada e hipertrofiada del mundo editorial. Y todavía no hemos añadido los blogs y páginas de Internet. Y todavía no hemos añadido los programas de televisión y los canales de Youtube. Entre que ha leído la primera vez “Bubba” hasta llegar a “Internet”, 772 abuelas han publicado 772 libros de cocina. 773. 774. 775. 776… Y todos esos blogs y esos canales de Youtube se acaban de actualizar. Por cada humano hay 200 millones de insectos. Por cada insecto 400 millones de libros sobre cómo cocinarlos. En la cúspide de la cadena trófica el autor de libros de cocina.

Diferenciarse en este mundo desorbitado es tarea imposible o casi. Lo ha conseguido sin embargo la editorial Gallo Nero tomando un camino original, creando un libro-objeto donde, utilizando términos cinematográficos o musicales, el productor es la estrella. Desde la elección del atractivo título hasta las ilustraciones de Sonia Pulido, tan importantes como los textos, la obra parte del intento de hacer un libro casi canónico de recetas pero con una peculiaridad: en esta ocasión los cocineros son escritores y artistas reconocidos.

No todos los días se puede deleitar a los amigos con el steak tartare de Marcel Duchamp, devolver a la atribulada madre el favor de sus guisos en taperware cocinándole un pollo frito sureño de William Styron, intentar seducir a quien te gusta con un buen vino que acompañe a la carne mechada con acederas de Georges Simenon o intentar visitar los paraísos artificiales gracias al cannabis del majou keddanne de Paul Bowles o el dulce de hachís de Alice B. Toklas.El libro cuenta con un atractivo más. Salvo Francis Scott Fitzgerald, Isak Dinesen, Marcel Duchamp o Gerald Durrell, que realizan parodias a su estilo, el resto de los particulares “cocinillas” optan  por una sencilla receta o por contarnos sus gustos culinarios sin más. De esta manera aparecen los escritores no en su escritorio. Están, tal cual, en la cocina. No hay voluntad literaria, de estilo. Sólo hay personas contando sin artificios cómo se hace un plato que les gusta. Lejos de sus obras, estos escritores y artistas se humanizan, están con su delantal al lado del lector. Ver a Upton Sinclair, Katherine Ann Porter, Sybille Bedford, Harper Lee o Rober Graves junto a los fogones, con un registro inesperado, por decirlo así “normal y corriente”, crea un curioso juego que además mantiene el equilibrio con la ficción gracias a las parodias comentadas.

La cuidada labor editorial de Gallo Nero hace que este libro logre escapar de las modas y tendencias que abarrotan las librerías. La habilidad de cada cual en su imperfecto arte en la cocina conseguirá o no que las recetas de esta obra deleiten gusto y olfato si se atreve con ellas. El libro ya se ocupa de la vista entrando por los ojos desde el primer momento y mostrando una manera exquisita de reivindicar y cuidar el papel en tiempos de libro electrónico.