«Esta es la historia de un hombre marcado por una imagen de su infancia». La historia comienza en el aeropuerto de Orly, en París. Los domingos y días festivos, numerosas familias acuden al aeropuerto para contemplar el despegue de los aviones. Entre ellas se encuentra la del portagonista del film siendo niño. Algo sucede en el transcurso de esta tranquila jornada de domingo. «Más tarde comprendió que había visto la muerte de un hombre»[1]
Se preguntaba Geoff Dyer en Zona (Mondadori, 2013), su profundo análisis del Stalker de Tarkovski, por la necesidad de escribir un libro sobre una película que no ha visto demasiado público[2]. Algo similar ha debido preguntarse Antonia Escandell Tur en su concienzudo ensayo Chris Marker y La Jetée, la fotografía después del cine (Jeckyl & Jill , 2014) publicado en una edición primorosa donde, además de ahondarse en las claves del film, se ha tenido por parte de los editores el acierto de incluir una serie de dibujos, réplicas exactas de las fotografías-fotogramas de la película, que ilustran e iluminan el texto. La escritora ibicenca ha creado, con toda probabilidad, el estudio más importante sobre el autor francés que se haya realizado en lengua española. Aunque, por desgracia y a pesar de su relevancia[3], Chris Marker siga siendo un desconocido, incluso para algunos cinéfilos.
Trabajar con poco dinero, que en mi caso es una cuestón más de circunstancias que de eleccion, nunca me ha parecido una piedra angular de la estética, y las cosas tipo Dogma me aburren. Así que menciono estos pocos detalles técnicos más que nada para reconformtar a los jóvenes cineastas necesitados: el material de La Jetée se creó con una Pentax 24 x 36, y la única parte de «cine» (el parpadeo de los ojos), con una Arriflex de 35 mm, alguilada durante una hora[4].
Nos encontramos ante un ensayo que, partiendo del curioso mediometraje de ciencia ficción La Jetée (1962), filmado en su casi totalidad utilizando fotografías y voz en off, llega a cotas más elevadas y ambiciosas que la propia historia que se cuenta, explicando los secretos que esconde el experimento de Marker, y aportando claves tanto desde el punto de vista cinematográfico como intelectual. Gracias a la acertada estructura del libro —y a su fácil lectura— se puede desentrañar con facilidad la idea de puesta en escena de Chris Marker al comparar, por ejemplo, La jetée con otras obras del mismo autor: Lettre de Sibérie (1957), Sans soleil (1982) o Une journée d´Andrei Arsenevitch (1999), el homenaje de Marker a Tarkovski, documentales que guardan muchas de las constantes de la mirada cinéfila que se analizan en este exhaustivo estudio. Una idea de puesta en escena en la que Escandell Tur destaca el montaje como retórica y su proyección en la banda sonora, la fotografía, el fotograma o la propia voz en off. Lo resume de forma minuciosa en cuatro partes y 162 páginas llenas de referencias a lo escrito por otros grandes directores como Bresson, Eisenstein o, nuevamente, Tarkovski. Lo más sorprendente del estudio es comprobar cómo el cine de Marker se encuentra más cerca de Alain Resnais que de sus coetáneos de la Nouvelle Vague: Francois Truffaut, Eric Rohmer o Jean Luc Godard y el resto de Cahiers du cinema, encabezados por André Bazin. Huelga decir que la información intenta ser rigurosa y lo más objetiva posible desde el punto de vista estético.
Ocurre que La jetée es, además, como nos recuerda Escandell Tur, un ensayo fílmico en sí mismo, cine capaz de mantener un proceso reflexivo, en palabras de Bazin; nos ofrece una peculiar visión donde no solo parte del cine documental sino también del ensayo literario, y aquí bebe de diferentes fuentes, notándose la influencia de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt en las numerosas citas a Theodor Adorno o Walter Benjamin, enlazando con el marxismo, tan importante en la década de los sesenta en Francia con Althuser, Roland Barthes, y el estructuralismo que le une a Jacques Lacan, o las múltiples referencias a autores posmodernos, desde Baudrillard a Lyotard, pasando por Deleuze o Derrida. Corrientes de pensamiento que influyen en los postulados de la autora y con los que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que ejercen en Chris marker y La Jetée, la fotografía después del cine de poderoso sustento a su estructura por su coherencia interna.
La obra supone un esfuerzo titánico por desentrañar las claves de esta «fotonovela» —así la llama el propio Marker— de cara al reducido grupo de lectores que ya conozcan esta obra esencial de la ciencia ficción, así como a los cinéfilos que la visionen en un futuro más o menos próximo. Chris marker y La Jetée, la fotografía después del cine tiene vocación de trascender, y transcenderá, como herramienta válida en español para preservar un patrimonio, el cinematográfico, que se tiene la obligación de conservar y mantener. Entiendo que uno de los más perniciosos, y silenciados, atentados culturales es la desaparición de numerosas películas, sobre todo mudas. Una pérdida en la herencia cultural que no podemos permitirnos. Es por ello por lo que se celebran libros como este y editoriales que se arriesguen para mantener vivos estos bienes universales.
Notas al pie:
[1] Así es como comienza Chris Marker y La Jetée, la fotografía después del cine.
[2] «Si se publica, si alguien se digna a publicar este resumen de una película que ha visto relativamente poca gente, eso constituirá un éxito mucho mayor que cualquiera que John Grisham pudiera soñar. Y ese deseo, como podéis ver, me ha sido concedido» (pag.152)
[3] Pueden leer más aquí; en la Wikipedia tienen un listado con todas sus pelícuas, ordenadas cronológicamente.
[4] Chris Marker en el librito que acompaña el DVD Pack Chris Marker (Intermedio, 2007).
Tiene su mérito escribir sobre “La Jetée” y no mencionar a “12 monos” en ningún momento
Ahora en serio, el libro tiene una pinta excelente