El logo con el que ya se identifica perfectamente a Aristas Martínez representa una máscara de Jarramplas, una suerte de demonio, tal vez un brujo, al que los vecinos de Piornal —municipio al norte de la provincia de Cáceres, entre Jerte y La vera; Jot Down enseña, Jot Down entretiene— quieren echar fuera cada 20 de enero, «cuando más hiela». La imagen cambia con cada nuevo libro, «en función de si le va mejor o peor al ilustrador, dejamos incluso que haga una versión que encaje con su estilo». De manera que aquí estamos otra vez; voy a charlar un rato largo con los dos Aristas, Sara Herculano y Cisco Bellabestia, y no voy a revelar quién dice qué, dejaré que todo se mezcle; a ver qué sale. Las cursivas, decíamos, son mías.
Año 1993. Cisco estudia filología hispánica en Cáceres. Empezamos.
¿Y el nombre?
Entonces yo recibía cursos de encuadernación y me matriculé en una escuela de artes plásticas, en la especialidad de grabado. Quise hacer un libro seriado, de aguafuertes, 20 ejemplares, y decidí inventarme un sello ficticio. Vivía cerca de Almacenes González, Talleres Pérez. Me pareció gracioso lo de Aristas Martínez.
[Libros Martínez no habría sido lo mismo. Las cosas como son.]
El primer libro fue una pieza con ilustraciones de Fidel Martínez y restos de mis antiguos poemarios. Fue un experimento: Zoombi. Se convertiría en el número cero de la colección Libros del caos.
Luego fue cuando apareció el libro de Rodolfo Franco, Almanak, que iba en principio a haberlo editado la Junta de Extremadura. Lo discutimos, lo estuvimos valorando sabiendo, un poco a medias, que aquello era algo más grande de lo que en principio habíamos pensado. Ahora bien, una vez tomada la decisión, la implicación fue total. Y la verdad es que costó ponerse al día con el mundo de la edición, todo nos superaba. Era la primera vez que trabajábamos con una imprenta tradicional. Hasta entonces nuestras ediciones habían sido una mezcla de reprografía o imprenta digital encuadernada y manipulada con procesos artesanales. Cisco venía de Artes Plásticas y yo soy licenciada en Comunicación Audiovisual. Es decir, no sabíamos nada de cómo funcionaba todo esto, y el libro quedó muy bien.