Eduardo Armada Rodríguez (Vigo, 1966) y Miguel Carrera Andrés (Vigo, 1966) han ideado un juego de mesa que ha arrasado en Galicia, no vamos a decir que «contra todo pronóstico», aun cuando sí es sorprendente que una idea tan novedosa, digamos, se haya popularizado tal cual si se tratara de una de las mechas que le ponían los pistoleros a las bombas de dinamita en las películas del oeste. Yo ya estoy viendo el boom en tecnicolor, oyendo el enorme estruendo. Uno de sus creadores, Eduardo, nos va a contar parte de la aventura; a qué puede deberse su fulgurante éxito. A mí me parece que es por las risas. Ya nos diréis —luego de haber jugado: caemos todos como chinos— qué os ha parecido a vosotros.
Para empezar, ¿cuál es el secreto? ¿cómo es que un juego de mesa se ha vendido tan bien en Galicia?
Creo que el secreto de Sabidurius reside en su sencillez, en la calidad de cada uno de los elementos del juego, en la belleza y originalidad del diseño… Pero sobre todo en el hecho de que Sabidurius no pretende poner a prueba tus conocimientos, sólo tu imaginación. Por eso no importa la edad, ni el nivel cultural. Se trata de que seas todo lo creativo, brillante, absurdo o delirante que quieras. En Sabidurius tienes libertad absoluta para dar rienda suelta a tu imaginación.
Tengo también que decir que Sabidurius nunca hubiera sido un éxito sin la implicación de los libreros. Se han entusiasmado con Sabidurius, y han contagiado este entusiasmo a sus clientes. Es eso lo que ha pasado en Galicia, de donde procedemos tanto el ilustrador como nosotros. Ha sido lo natural empezar por ahí: podíamos contarles en qué consistía de primera mano. Las palabras y la imaginación no son patrimonio de una zona geográfica. Son herramientas universales, lo que hace de Sabidurius un juego perfecto para toda la fauna humana.
Contadnos más o menos en qué consiste.
¿Cómo definirías palabras como cachifollar, meliponinos o cacosmia? ¿Qué crees que escribirían los otros jugadores? ¿Qué escribirías tú? Todas las partidas de Sabidurius comienzan siempre de la misma manera, con una palabra, una palabra rara que los jugadores tendrán que definir por escrito. Definir palabras cuyo significado desconocemos puede ser todo lo fácil o difícil que queramos. Podemos crear definiciones simples, complejas, largas, cortas, serias, inteligentes, divertidas, absurdas, delirantes… En cualquier caso, los jugadores van a tener que pensar qué les sugiera esa palabra, a qué les suena.
Tendrán que generar una idea, darle forma, concretarla, y por fin escribirla de forma que suene creíble y convincente para los otros jugadores. Y si además desata carcajadas, mejor que mejor. De hecho, jugar a perder puede ser muy divertido en Sabidurius. Escribir definiciones poco creíbles de tan absurdas y disparatadas puede que no te de muchos puntos, pero matarás de risa a tus contrincantes, lo que no deja de ser una forma de victoria. También tendrás que escuchar. Escuchar con atención, ya que en un momento de la partida, el jugador que en ese momento actúe como Sabidurius leerá todas las definiciones, la que propone el juego, las que se han inventado los jugadores, la que te has inventado tú. Deberás elegir con cuidado. Ganarás puntos si aciertas la definición verdadera. De lo contrario, le estarás regalando los puntos a otro jugador, al jugador por cuya definición has votado.
El lema es que despierta «la inteligencia, la imaginación y el buen humor».
Claro. Tanto si eres consciente como si no, mientras juegas a Sabidurius estás excitando tu imaginación, aprendiendo nuevo vocabulario y mejorando tu expresividad. Escribe lo que quieras, pero hazlo con estilo. Sé convincente. Los demás jugadores harán lo mismo. Tratarán de engañarte, de hacerte creer que sus definiciones son las verdaderas. Así que escucha con atención. No te dejes engatusar por esa frase tan elegante, tan bien escrita, tan divertida, compleja, simple o absurda.
Que Sabidurius sea sinónimo de humor inteligente no es mérito nuestro. En realidad nosotros sólo ponemos el juego. El humor lo ponen los jugadores. Y la inteligencia. Será su imaginación, sus frases ingeniosas, absurdas o delirantes las que hagan memorables las partidas.
¿Y cómo surge la idea? ¿Qué estabais haciendo?
Aunque parezca increíble, la idea del juego comenzó a tomar forma en el café del museo vigués Verbum, también conocido como «La Casa das palabras». Me reúno allí con Miguel para contarle las excelencias de un posible juego de mesa basado en la palabras y sus definiciones, fácil y divertido. A medida que voy desarrollando la idea veo que la sonrisa de Miguel se agranda cada vez más, hasta que me dice: «Llevo dándole vueltas a la misma idea en la cabeza desde hace años». Definir palabras no es nada novedoso. De hecho, tanto él como yo, y probablemente muchas otras personas, ya jugábamos a Sabidurius incluso antes de que existiera. Nada impide abrir un diccionario y divertirse inventado definiciones de palabras cuyo significado desconoces. El reto consistía en convertir una idea que sólo existía en nuestras cabezas en algo tangible. Y así nació Sabidurius tal y como lo conocemos ahora, un juego que es más que un juego. Un objeto valioso y bello en sí mismo que tiene algo de obra de arte. O al menos eso pretendíamos.
Desde que se os ocurre hasta que finalmente llega el juego acabado, ¿cuánto tiempo pasa?
Sabidurius fue un parto largo, más de nueve meses, pero la idea estuvo clara desde el principio: hacer el mejor juego posible, un juego de la máxima calidad y con un diseño original y único. Y, por supuesto, simple, fácil de jugar. Hicimos varias maquetas iniciales y jugamos muchas partidas de prueba con jugadores de perfiles muy diferentes. En cada partida surgían nuevas opciones, dificultades, mejoras posibles. Solo después de muchos ensayos y errores empezamos a sentirnos satisfechos; conseguimos hacer de Sabidurius un juego con una dinámica ágil y fluida que al mismo tiempo incentivara la creatividad de los jugadores y les permitiera dar rienda suelta a su imaginación.
El diseño tiene un gran peso, se nota que le habéis dado mucha importancia. ¿Cómo elegís y encontráis al diseñador?
Nuestra primera y última opción siempre fue el artista vigués y Premio Lazarillo de Álbum Ilustrado, Ramón Trigo. Conocíamos al artista y su obra, y ambos encajaban a la perfección en la idea que perseguíamos para Sabidurius. La única duda era si Ramón Trigo se prestaría a crear una obra no sólo para ser comtemplada, sino también sobre la que jugar. Aceptó de inmediato, y a partir de ahí se abrió un proceso en el que surgieron multitud de ideas y bocetos. Lo más sencillo habría sido emplear alguna de las obras ya creadas, pero buscábamos algo a medida. Queríamos un personaje y una historia, y así surgió Sabidurius, ese tipo con bombín que se pasea por el tablero rodeado de interrogantes siguiendo algo que podríamos llamar «la ruta del conocimiento», la misma ruta que deberán seguir los jugadores impulsados por la imaginación de Ramón Trigo, y la suya propia.
Le habéis dado mucha importancia al diseño, los materiales… Sin embargo, no es tan caro como un Trivial, por ejemplo.
Entiendo que es una apuesta comercial, tenemos que ser competitivos al principio, ajustar, ¿no? El juego fue pensado, desarrollado y fabricado en Galicia. No era la opción más económica, pero no buscábamos rentabilidad a toda costa, sino una fabricación responsable. Desde el comienzo nos marcamos un precio de venta final, que hemos logrado mantener incluso a pesar de los costes que supone una fabricación de la máxima calidad, con un buen diseño y buenos materiales que lo soportaran, prestando especial atención tanto a la impresión como al acabado final.
Toda empresa ha de ser rentable para poder subsistir. También Sabidurius. Pero la rentabilidad nunca fue para nosotros un fin en sí mismo, sino una consecuencia. La consecuencia de crear un juego que fomenta la creatividad, la imaginación, la capacidad de tomar una idea y concretarla hasta darle forma escrita. Al margen de la rentabilidad, Sabidurius nos parece un juego útil y hasta necesario.
En qué tipo de público pensasteis a la hora de idearlo, si es que teníais una idea preconcebida sobre esto, y quién ha acabado disfrutando más del juego.
Aún queriéndolo, sería difícil limitar Sabidurius a un perfil concreto de jugador. La edad no es un impedimento. El nivel cultural tampoco. De hecho, si sabes leer y escribir, sabes jugar a Sabidurius. Durante las pruebas que realizamos antes de lanzarlo, comprobamos que funcionaba igual de bien con chicos de 15 años que con adultos de 80. En cuanto se dan cuenta de que todo vale, de que pueden escribir lo que quieran y sobre el tema que quieran, dan rienda suelta a su imaginación y crean definiciones sorprendentes, absurdas, brillantes y divertidas hasta la carcajada. Lo que no esperábamos era ver a niños de 9 o 10 años alrededor del tablero de Sabidurius. Les gusta incluso más que a los adultos. Se sienten cómodos y a gusto jugando con las palabras, y se lo toman muy en serio aunque se mueran de risa con las ocurrencias de sus compañeros de juego. Se sienten protagonistas cada vez que sus definiciones triunfan, o cuando su ingenio provoca carcajadas. Poseen una imaginación desbordante, y eso, en Sabidurius, tiene premio.
Y la selección de palabras, ¿cómo la hacéis?
Queríamos un juego sencillo, de modo que sólo incluimos palabras difíciles. Y, aunque pueda parecer contradictorio, eso simplifica mucho las cosas a los jugadores. Definir palabras cuyo significado desconocemos nos permite dar rienda suelta a la imaginación. Nos libera de las ataduras de la lógica o el sentido común. De modo que fueron muchas horas de biblioteca rastreando diccionarios en busca de palabras raras, o al menos de uso poco frecuente. Palabras que con sólo leerlas ya te hacen sonrerír, o cuyas definiciones son tan sorprendenes o inesperadas que jamás pensarías que son ciertas. Empleamos diccionarios de todo tipo: generalistas, médicos, de filosofía, de arquitectura, de cine… La idea era abarcar todos los campos posibles, una forma de decirle a los jugadores que en Sabidurius todo vale, que cualquier tema es bueno, que cualquier definición es posible.
¿Cuántas palabras hay en castellano? ¿Y cuántas recogéis en esta primera edición?
Sabidurius incluye una bonita caja de tarjetas que contienen un total de 900 palabras con sus definiciones. Muy pocas comparado con los más de 80.000 vocablos del idioma español, pero más que suficientes para un juego que requiere saborear las palabras, pensar y escribir sobre ellas, de modo que no emplearás más de 10 o 15 en cada partida. En cualquier caso tenemos muchas más palabras en la recámara. Incluso la posibilidad de crear tarjetas temáticas para que tengas un Sabidurius a medida.
Elegid una, una que de mucho juego. Acabamos así, a ver qué definiciones se les ocurren a nuestros lectores. (No vale mirar el diccionario.)
Meliponinos.
[Y así acabamos... Confiesen que no tienen ni la menor idea de qué es; después de haber visto el vídeo, menos]
Suena bien el juego, pero no me parece demasiado original.
Demasiado similar a uno llamado “Dixit”…
Es el juego del diccionario pero con tablero y más ordenado
Así es , en Chile también lo jugábamos hace tiempo (década del 70 al 80) y lo llamábamos Diccionario. Bastaba tener lápices, papel y un Diccionario Larousse
No tiene mala pinta pero 42 euros se sale un poco de mi presupuesto jeje
Como curiosidad, en Islandia ya existe un juego así, con reglas muy parecidas (si no las mismas).
Es éste:
http://is.wikipedia.org/wiki/Fimbulfamb
http://www.spilavinir.is/bordspil-89/partispil/fimbulfamb.html
Será interesante poder jugar en castellano
Buenas, como ya ha comentado alguno que otro por aquí, es el juego del Diccionario de toda la vida, pero en una caja. A esto ya jugábamos de pequeños con mi familia (hace ya varias décadas)…
Por lo demás, es cierto que es un juego muy divertido si das con el grupo de personas adecuado, y con unas cervezas, más todavía.