No me entiendan mal, yo no soy de los que piensan que la poesía son las palabras justas en el orden preciso. De hecho, para mí, lo que sobra, el exceso, lo innecesario, lo que está escrito por puro egoísmo o vanidad, fuera de la necesidad de contar de forma precisa, lo que es un desliz, una ironía, es muchas veces lo que hace la literatura, da la voz, eleva el poema. Pero a veces uno se encuentra un poeta que escribe poemas que parecen perfectos, en los que no sobra ni una mísera coma (aunque las comas de míseras no tengan nada) y entonces qué asombro y que alegría y qué envidia. Es el caso de Ángel Campos Pámpano.
La vida de otro modo es sus obras completas dese 1983 hasta 2008, publicadas por Calambur poco antes de Campos Pámpano muriese. En ella no hay nada de desperdicio. Todos son grandes libros. La vida de otro modo es la relación del poeta extremeño con Lisboa, donde vivió grandes temporadas de su vida y dio clases en el Colegio Español, es la vida en la frontera entre España y Portugal, la vida de alguien que nació en el camino a, el camino de Madrid a Lisboa, es por tanto también un libro sobre la poesía portuguesa, siendo Campos Pámpano uno de los principales traductores de esta a nuestra lengua junto al enorme Ángel Crespo.
En La vida de otro modo hay grandes poemarios a la ciudad de Lisboa y su refugio para escritores, su melancolía, su luz, como La ciudad blanca:
V
La luz encalada y fría que se quiebra en las terrazas: maquillaje de otoño sobre el empedrado blanco y negro de Rossio. Hay un aire de tristeza en el zureo de las palomas. La gente pasa deprisa a ningún sitio y pacta con la noche algún encuentro. Un mendigo (¿el viejo profesor de Latín?) me pide unas monedas y, sin querer, rescata unos versos de Cesário: Triste cidade! Eu temo que me avives / Uma paixao defunta!
La tarde ocre se desvanece entre la luz deshilachada y húmeda que cubre los tejados. Efímero aliento el de esta luz vacía que abre los ojos a la nostalgia. A estas horas, la ciudad es como un viejo retrato de familia.
A mí me gusta contraponer dos poemarios que escribió casi seguidos y que me parecen dos pequeñas cumbres de la poesía española (pese a que Ángel Campos Pámpano ha pasado algo desapercibido por ella, quizá por ese vivir en la frontera y no importarle demasiado las cosas de la capital y dedicarse a escribir sin más necesidades que la de dedicarse a la escritura). Son El cielo casi y La semilla en la nieve.
El primero es un libro de tankas, un canto a la brevedad, la observación, la alegría, la vida. Por su culpa me volví loco con los tankas durante un año de mi vida. Nunca fui capaz de escribir una a la altura de las de este libro.
5
Última escena:
(lejos) tu voz desnuda
es un lenguajecifrado en lo más liso
del agua, en lo más hondo.17
Ahora vendrán
los días más azules,
el sol de la infancia.Y la voz de la madre
que insiste en la llamada.
El segundo es un canto a la madre muerta y es uno de los libros que más me ha alcanzado. Cada poema es una herida en la que la mano del poeta hurga, como si ahí fuese a encontrar alivio.
LA DESPEDIDA
en otro lugar
bajo una luz distinta
y menos húmeda
debes estar ahorala lluvia leve
el aire inquieto
de esta tarde de abril
petrificada
que ha de durar
en la memoria
en el encendimiento
trae consigo
una respiración
frágil ceniza
de quien se despide
deletreo tu nombre
por debajo del llanto
como aquel que procura
el nudo rítmico
de un verso fragmentado
la palabra nutricia
con que saciar el hambre
ven como sea
vuelve
vive por mí al menos
un día más
Lean a Ángel Campos Pámpano, aunque sea por conjurar un castigo contra esa traición que es la muerte a deshora, aunque sea por enderezar un poco lo que dicen que es poesía en este país, España. Porque es uno de los grandes poetas y porque sabía por qué y para quién escribía.
VII
A veces sólo un gesto es suficiente
para salvar el día.
Y escribir tal vez es ese gesto
que prolonga el latido de los pulsos
hasta la sed secreta de los párpados.Escribir tal vez sea extraviarse en el canto
más oscuro, en la memoria extrema
de la noche adentro, donde el hombre
ignora su derrota, las formas del cansancio,
el cuerpo del amor que ya no reconoce.Escribir tal vez sea comparecer ante los otros
con los ojos más limpios, indefenso,
y vacías las manos, sin dispersar la voz,
respirar con sosiego bajo el agua.No hay otro modo de mirar las cosas
sin perderlas del todo.
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The youre very eloquent .